¿Te ha pasado alguna vez o te pasa siempre? cuando tenemos hambre y te sientas a la mesa y empiezas a comer, normalmente lo hacemos con alimentos salados como por ejemplo: un plato de arroz, una ensalada, unos garbanzos, carne o pescado, etc. Nada más terminar necesitamos el postre, ese postre debe ser algo dulce, porque tenemos unos receptores químicos que se saturan de forma selectiva con los diferentes nutrientes de los alimentos, los primeros que se llenan son los de salado e inmediatamente se empiezan a estimular los del dulce, es un mecanismo fisiológico que nos hace no sentirnos saciados y tengamos que finalizar la comida con un postre dulce, un pastel, una tarta, chocolate o un helado.
O puede ser un antojo, podemos sentirnos atraídos por ciertos alimentos que nos hacen sentir bien, el comer alimentos ricos en azúcar tiene un componente adictivo porque genera endorfinas que son las hormonas de la felicidad.
Por suerte en nuestra cultura mediterránea, el postre es una fruta (que desde luego es mucho más sana que cualquier dulce), sin embargo si tu objetivo es perder peso cómete la fruta para almorzar o antes de las comidas, te notarás menos hinchado, harás mejor la digestión y no añadirás más calorías a tu alimentación.
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Bibliografía: “Perder peso sin perder la cabeza” Marta Garaulet